lunes, 29 de septiembre de 2008

TOMEMOSNOS UN RESPIRO

Como ya hemos comenzado el curso académico ahora cuento con menos tiempo para atender a mi tema en el foro, mi canal de YouTube y el Blog. De todos modos voy a ver como me organizo para ir incorporando de la manera más asidua posible los diferentes contenidos que tengo pensado incluir en cada uno. De momento, he aquí un nuevo jeroglífico que se me ocurrió esta mañana. Como con el otro que puse anteriormente, pasados unos días pondré la solución. Éste es de una cierta dificultad por lo que ofrezco la siguiente pista: para resolverlo hay que pensar como músico.












































































































































miércoles, 24 de septiembre de 2008

LA MEMORIA: PUESTA A PUNTO (1)

Uno de los “grandes problemas” con los que se enfrenta el guitarrista en su época de estudiante que repercutirá en su posterior quehacer como profesional es el del entrenamiento de la memoria. El origen de “este problema” es más una cuestión de actitud que de aptitud o de incapacidad personal. Es más una cuestión de “contar páginas y ver todo lo que hay que meterse en la cabeza y asustarse porque se piensa que no se va a ser capaz”, o de pura y simple autosugestión aderezada con un “pellizco” de pereza. A partir de ahí no pocos “ponen más carne en el asador” de la “repentización” y descuidan de forma “irresponsable” – casi cobarde, diría yo – la memorización.
Nada tengo en contra de la repentización, recurso de primer orden con el que debe contar cualquier profesional que se precie y cuyo entrenamiento los profesores debemos incentivar en los alumnos. Pero desatender de forma tan radical el entrenamiento de la memoria supone una conducta que pasa una factura inmediata: al no haber sido procesada la obra de forma correcta – como digo yo, “metabolizada” – el alumno nos ofrece una colección de sonidos inconexos, con amplios espacios muertos – en los que se ocupa de “repentizar” las notas que repentizó y no memorizó – que pretende ser la interpretación musical de aquello que está escrito en la partitura, espectáculo al cual el profesor asiste con demasiada frecuencia con no poco estupor y desazón.
Es fundamental hacer comprender al estudiante que en el proceso de estudio de una obra entran en juego diferentes niveles de procesamiento memorístico, todos ellos de gran importancia. Que sólo va a ser capaz de tocar aquello que previamente ha estudiado y asimilado en profundidad – con análisis formal e interpretativo previos –acorde al nivel de desarrollo y conocimiento en el cual se encuentre. E igualmente que no sólo se procesa y memoriza la información de forma nominal y visual o, incluso, auditiva, sino en otros niveles mucho más sutiles y no perceptibles de forma inmediata. Me refiero, entre otros a las memorias motora y táctil.
El musicólogo y compositor argentino Rodolfo Barbacci en su muy interesante opúsculo “Educación de la Memoria Musical” distingue siete niveles o aspectos de la memoria: memoria muscular y táctil, memoria auditiva, memoria visual, memoria nominal, memoria rítmica, memoria analítica y memoria emotiva. A cada uno de estos aspectos de la memoria dedica un capítulo, a cual más interesante, dando explicaciones pormenorizadas en cada uno de ellos e incluso recomendaciones y ejercicios. Y aunque se pueda discrepar sobre algunos de los argumentos expuestos por el autor, en realidad muy pocos, considero que este libro es una de esas pequeñas “gemas” que no debería faltar en nuestra librería especializada. En subsiguientes entregas haré breves reseñas sobre cada una de las “memorias” planteadas por Barbacci en su manual, para contribuir, en la medida de lo posible, a la mentalización de que hay que hacer a la memoria recuperar el terreno perdido y favorecer su “puesta a punto”.

jueves, 11 de septiembre de 2008

¿CARNE O “PESCAO”?

Hace algunos años, cuando todavía atendía alumnos particulares, recibí la llamada de un estudiante extranjero que teniendo ya conocimientos de Guitarra Clásica, y aprovechando que iba a permanecer en España varios meses, quería comenzar a aprender Guitarra Flamenca. Se mostraba preocupado por los “problemas técnicos” que se podían derivar de “mezclar” ambos estilos. Este prejuicio en realidad no procedía de él sino de su encuentro en una primera “clase de prueba” que ya había recibido de un profesor de Guitarra Flamenca - por otra parte bastante conocido, ya que tiene bastante publicaciones pedagógicas sobre la materia – que le había asegurado que cultivar ambos estilos no era recomendable ya que sus técnicas eran incompatibles, planteándole que debía decantarse por algunos de los dos como quién elige entre carne o “pescao”. Él se había decidido a ponerse en contacto conmigo tras tener noticia de que yo enseñaba tanto uno como otro y tras una breve entrevista quedó convencido por mi argumentación y permaneció siendo alumno mío hasta el día en que tuvo que regresar a su país.
Este es otro de los grandes prejuicios existentes en el mundo de la Guitarra: el de esa supuesta “incompatibilidad” existente entre la Guitarra Clásica y la Flamenca desde el punto de vista técnico. En primer lugar quiero manifestar que en mi opinión ésta sólo existe en las mentes prejuiciadas de quienes la esgrimen como argumento “dogmático”. Según esto yo sería poco menos que un “bicho raro” ya que desde hace más de veintisiete años vengo simultaneando los dos estilos sin experimentar ningún conflicto, ni físico ni psíquico. Bien al contrario, el trabajar de forma continuada en ambos frentes no hizo sino enriquecerme como guitarrista. Desde muy temprano y en virtud de mi visión ecléctica personal me marque el objetivo de poner todo mi esfuerzo en pro de llegar a ser un guitarrista integral, para lo cual no desprecié en ningún momento el aprendizaje de cualquier técnica guitarrística, viniera de donde viniera.
La Historia de la Música está plagada de casos de profesionales, tanto intérpretes como compositores, que no se han limitado a cultivar un solo instrumento. Y eso sólo haciendo referencia indirecta a los conocidos, cuyos nombres no mencionaré ya que la lista sería interminable. Sólo me referiré a uno en concreto: Niccolò Paganini, (Génova, 27 de octubre de 1782 – Niza, 27 de mayo de 1840) que fue violinista, violista, guitarrista y compositor, habiendo estudiado también mandolina con su padre.
Llegados a este punto quiero hacer mención al actual sistema educativo musical en cuyo currículo académico encontramos que todos los estudiantes de instrumentos diferentes a la guitarra o el piano han de estudiar la asignatura de piano complementario. Que la técnica de instrumentos como el violín o el oboe, por poner un ejemplo, es totalmente diferente a la del piano es un hecho incontestable, y que la de los ya mencionados estilos guitarrísticos está, sin duda, mucho más próxima, también lo es. Las únicas diferencias existentes entre ambas – siempre y cuando estén bien fundamentadas desde el punto de vista ergonómico – es la de que cada una de ellas incorpora, además de los comunes, algunos mecanismos o procedimientos que les son inherentes y por lo tanto, en principio, no compartidos. Está sobradamente comprobado y documentado por especialistas médicos los problemas que puede ocasionar cualquier técnica instrumental mal planteada. Por mal planteamiento de la técnica se entenderá la inadecuada colocación del cuerpo con respecto al instrumento y viceversa, colocación forzada de las manos, muñecas encajadas, exceso de estudio, etc., es decir cualquier acción o medida que no sea consecuente con nuestra propia morfología y que con el tiempo ocasionará, sin duda, algún trastorno o incluso alguna lesión. Y a estos planteamientos inadecuados están expuestos tanto guitarristas clásicos como flamencos – quizá estos últimos más, ya que la Guitarra Flamenca no ha gozado de una sistematización tan metódica como la Guitarra Clásica – si no reciben la enseñanza de forma correcta.
Por otra parte el argumento esgrimido con demasiada frecuencia de que para tocar bien Flamenco hay que pertenecer a una determinada “etnia” o “mamarlo” desde pequeño es igualmente insostenible. En mi caso particular el profesor de Guitarra Flamenca arriba mencionado – cuyo nombre he preferido omitir, ya que su caso es unos entre demasiados y no tendría ningún sentido hacerlo – me espetó en su día que siendo guitarrista clásico jamás podría tocar bien Flamenco, por muy buen profesor que hubiera tenido. Pues bien, permítaseme relatar una pequeña anécdota. Me encontraba entrevistándome con dos guitarristas flamencos – padre e hijo – en la zona de camerinos de uno de los “tablaos” de más solera de Madrid. Teniendo ellos conocimiento de que, aun siendo guitarrista clásico, también tocaba Flamenco, al estilo antiguo – pues conocían a mi profesor Rafael Nogales, que por aquel entonces contaba más de ochenta años y había aprendido con Ramón Montoya “El Viejo” – me pidieron que tocase algo de lo aprendido. He de señalar que además de que a ellos les gustó mucho, se encontraba en la misma zona el primer “bailaor” del “tablao” – bastante conocido, por otra parte – que paseándose frente a nosotros masculló sentencioso: eso es Flamenco y no lo que tocan otros. ¿Algo más que añadir? Esto para mí fue un nuevo balón de oxígeno frente a las muchas críticas que de la parte “clásica” y de la “flamenca” me llovieron. Es por sentencias de un especialista como éste que me fui reafirmando cada vez más en la decisión que en su día tomé: unas veces carne y otras “pescao”.

SONETO A TODOS LOS MALDICIENTES DEL MUNDO

Desde muy joven una de mis grandes aficiones ha sido la poesía. Es otro de los medios que encontré para expresarme. Periódicamente iré publicando alguna que otra tanto en verso libre como medido. Inauguro esta sección con este soneto que creo que se explica por sí mismo.


A fuer de ser sincero
(A todos los maldicientes del mundo)


A fuer de ser sincero he de decirte
que ya no me preocupan tus desplantes
de poca sensatez, de nigromante
que busca hacerme daño al maldecirme.

Confieso mi sorpresa al descubrirte
en esa inclinación tan vergonzante
manchando como un burdo sicofante
el nombre de quien nuca quiso herirte.

No alcanzo a comprender por qué motivo
hiciste de tu odio una cruzada
del cual yo soy su blanco y objetivo.

Tu escasa lucidez no deja nada
de espacio a un pensar esclarecido
y habrás de sucumbir a tu celada.

SOLUCIÓN A JEROGLÍFICO.

Aquí dejo la solución al jeroglífico que publiqué el pasado día 7 de Septiembre. La cuestión que se plantea en éste es completar la frase: "A diferencia de los instrumentos de cuerda frotada la guitarra....

La solución es: ...tiene trastes.

Este es el proceso para llegar a la solución:
En el recuadro aparecen "TTTIN". Interpretamos "TI" como la silaba "ti", la letra "N" como "ene". Ti y ene están detrás de dos "tes", luego "ti-ene tras-tes".

domingo, 7 de septiembre de 2008

Para cavilar un poco.

Tal y como dice el dicho: "en todos los trabajos se fuma". Por esa razón iré incorporando de vez en cuando algún que otro pasatiempo. Por el momento ahí va el primero: un jeroglífico, cuya solución publicaré dentro de unos días.










martes, 2 de septiembre de 2008

EL RASGUEO SIN PREJUICIOS (y 2)

Hace unos días tuve ocasión de leer en un foro la siguiente respuesta que uno de los foristas le daba a otro que pedía ayuda sobre el rasgueo para acompañar una determinada canción: “Mi consejo es, si te interesa la guitarra y la estás estudiando junto con el solfeo, es que apliques la técnica del arpegio en lugar del rasgueo, el arpegio es más elegante y muchos más agradable que el rasgueo, al menos que te guste la rumba flamenca” (sic).
He aquí otro de los grandes prejuicios que involucran al rasgueo: el de aquellos que lo infravaloran como técnica menor, cuando en realidad es inherente a la propia guitarra, conclusión a la que se llega con suma facilidad si se conoce algo de la evolución histórica del instrumento. Sólo mencionaremos que de antiguo la guitarra – en las diferentes modalidades que existían: la morisca, la latina, la “battente” – venía siendo utilizada con preferencia por la plebe, ministriles y juglares para acompañar, con “rasgueados” fundamentalmente, danzas, cantos populares, romances, etc. Tocarla con técnicas punteadas era menos habitual. Estas técnicas eran más frecuentes en dos instrumentos de cuerda pulsada que por aquel entonces gozaban más del favor de los compositores cortesanos: el Laúd y la Vihuela. La guitarra en España terminaría “ganando la partida” a la vihuela y en palabras de Ignacio Ramos Altamira: “no tardaría en aprovechar la sabiduría musical de su pariente para enriquecer su técnica y elevar la categoría de sus composiciones (Historia de la guitarra y los guitarristas españoles)”. Se entiende entonces que la guitarra heredó el “corpus” técnico de la vihuela y con esto se engrandeció. Aún así los compositores que para ella escribieron no dejaron de incluir pasajes rasgueados en sus obras si lo consideraban conveniente. Y así a lo largo de la historia. No mencionaré estos autores, a los que ya tuve ocasión de referirme en mi anterior artículo, para no resultar reiterativo.Lo cierto es que este tipo de “consejos” fundamentados en prejuicios, tan poco sólidos como absurdos, lejos de tener efectos beneficiosos no hacen sino perjudicar al estudiante. Igualmente cierto es que una técnica tan guitarrística como el rasgueo no es ni más ni menos elegante que cualquier otra. La elegancia dependerá del nivel de competencia del guitarrista en cuanto al dominio de su instrumento y de todo lo que a éste concierne. No pocas veces he tenido ocasión de encontrar estudiantes o profesionales que no demuestran gran habilidad y resultan toscos – poco elegantes – en la ejecución de cualquier técnica guitarrística, siendo ésta no precisamente el rasgueo. Por otra parte la técnica del rasgueo puede llegar a dominarse y mostrar con ella un alto grado de refinamiento técnico. ¿Es la entrada de la guitarra en el comienzo del Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo poco elegante? ¿Son igualmente poco elegantes los rasgueos de las obras “Sevillana” o “Ráfaga” de Joaquín Turina? ¿Qué opinarían estos autores de quien asevera que el rasgueo es menos agradable que el arpegio? ¿Es que el rasgueo es una técnica marginal que sólo se emplea en obras de una “supuesta” menor calidad musical como la “rumba flamenca”? ¿Acaso el rasgueo sólo sirve para ese estilo? Quizá rumbas instrumentales como “Entre dos aguas” de Paco de Lucía o “Caballo negro” de Manolo Sanlúcar son poco elegantes y agradables por culpa de los rasgueos y no nos habíamos percatado de nuestro mal gusto. La conclusión entonces es que todo el flamenco y todas las obras de inspiración popular se sumen en el mismo pozo de la “inelegancia” y de lo “poco agradable”. Yendo más lejos: el gran guitarrista y compositor argentino Eduardo Falú, entre otros, no se salva de la quema, ya que en sus obras introduce, cuando es procedente, no pocos pasajes rasgueados, aunque no sean de “Rumba Flamenca” sino de Zamba, Chacarera, Malambo, etc. Y como él otros muchos que sería muy largo enunciar en tan poco espacio. ¿Hay algo más que añadir? Pienso que no.